miércoles, 16 de octubre de 2019

CAFETERA



INVENTOR:

el farmacéutico francés François Antoine Descroisilles



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Primeros años y formación[editar]

Hijo de Francisco Descroizilles, un conocido botánico y farmacéutico de la ciudad de Dieppe, fue el noveno de un total de dieciséis hermanos. Su padre había creado una sal policréstica, que servía como remedio para curarlo todo, a base de sulfato de sodio y de cloruro de sodio, así como un procedimiento que suavizaba el efecto del tártaro en los vinos dulces.1
Estudió humanidades en el colegio de Dieppe.2​ Marchó a París donde aprendió química como asistente de Guillaume-François Rouelle y con Louis Jacques Thénard, consiguiendo el título de "demostrador real de química". Regresa a Rouen y alcanza el grado de farmacéutico en 1778.

Vida profesional[editar]

Ejerció como profesor de química básica y aplicada en Rouen desde 1777, y como secretario del Consejo General de Manufacturas de París.
Fue autor de diversas aportaciones químicas de interés: ideó un método para detectar la presencia de sales de plomo en la sidra, pues su uso fue prohibido; sospechó que el alumbre era una sal doble; y utilizó el carbonato de calcio en suspensión para tratar el agua donde se recoge el cloro para el método de blanqueamiento de telas, lo que condujo al descubrimiento de los cloruros de óxidos, de gran utilidad.
Durante la Revolución francesa, Descroizilles fue nombrado supervisor de los mercados de Dieppe, cuando su amigo Jean-Marie Roland de La Platière fue nombrado ministro del Interior. Cuando llegó la época del terror, fue encarcelado en Rouen durante tres meses, pero como la República tenía necesidad de químicos fue liberado y nombrado "Inspector de pólvoras y salitres (nitratos)".1

Inventos[editar]

A él se debe la idea de la construcción en 1791 de la primera bureta, llamada berthollímetro, pues servía para medir la concentración del agua de cloro (berthollet) empleada en las fábricas de blanqueamiento de telas, según el método descubierto por Claude Louis Berthollet, pues un exceso de cloro deterioraba los tejidos. El instrumento facilitaba el empleo del método de análisis de álcalis de Louis-Nicolas Vauquelin, origen del análisis volumétrico, y fue conocido más tarde como clorómetro pues servía para evaluar el grado clorimétrico o grado de Descroizilles.1​ Más tarde lo modificó dando lugar al alcalímetro y, ya en el siglo XIX, extendió su uso en la titulación del grado de acidez de los vinos y el vinagre (acetímetro).
En 1783 inventó la lámpara con luz giratoria intermitente de los faros, siendo instalada el primer prototipo en Dieppe. También creó la primera cafetera de filtro, luego adaptada por el abad Du Belloy, por lo que recibió el nombre de alambique de Belloy. Consistía de un recipiente cilíndrico con la base agujereada y cubierta con un disco perforado, sobre el que se ponía el café. Al pasar el agua hirviendo se producía la infusión que se recogía en la parte inferior.
También propuso la creación de escuelas para aprender a luchar contra el fuego e ideó un método simple de construcción de silos para conservar el grano.

MAQUINA DE CAFE PROCESO
La fabricación de una pieza de plata para servir café era algo muy frecuente en la época, y su descripción es un buen ejemplo de las técnicas utilizadas y de las habilidades de los artesanos que las ejecutaban.
Partían de una lamina de plata que había sido cortada previamente a las dimensiones adecuadas. La labor de convertirla en un recipiente cerrado la efectuaba el “entallador” utilizando un sencillo torno accionado por un motor eléctrico, en cuyo plato giratorio sujetaba un modelo de madera con la misma forma y dimensiones que el cuerpo de la cafetera, y sobre el mismo convenientemente centrada la lamina de metal.
El entallador en el tornoEl entallador en el torno del mismo taller fabricando un recipiente a partir de una lámina de metal a la que da forma con el bruñidor que maneja con sus manos. Colgadas en la pared diversas variantes de esta herramienta. Foto cedida por la Diputación Foral de Gipuzkoa. Patrimonio.
Seguidamente y con el torno girando a gran velocidad el artífice presionaba sobre la lámina con el bruñidor, herramienta que maneja con sus manos sin otro apoyo y que consiste en una barra de acero de aproximadamente un metro de longitud con su extremo redondeado y provisto de un mango de madera.
Por efecto de la presión y la velocidad de giro la lámina se iba deformando y curvando sobre el modelo de madera, y lentamente iba tomando su forma. El “entallador” debía sujetar fuertemente y dirigir la herramienta con sus manos y empujarla con su cuerpo, que incluso en muchos casos se sujeta a la maquina con una correa que pasa por sus hombros y espalda para facilitar la labor.
Frecuentemente la boca del recipiente era de dimensión menor a la del cuerpo, por lo que , con objeto de poder extraer el modelo de madera al final del trabajo, estos se descomponían y se sacaban por partes, inicialmente el núcleo central y seguidamente las que lo envolvían.
La obtención del recipiente descrito por este método podía ocupar al “entallador” dos horas, en las que había tenido que trabajar la lámina con diversas herramientas, con notable esfuerzo físico, y habilidad, lo que requería práctica en el oficio.
A continuación las piezas pasaban a los ”sacadores a fuego”. Estos artífices elaboraban las asas, la boca y otros elementos a partir de láminas de metal, curvándolas y dándoles las formas deseadas a golpes de martillo. Para conseguirlo las apoyaban sobre yunques, serreteaban (cortaban con la pequeña sierra o serreta) el material sobrante y unían todas estas piezas soldándolas entre sí aportando metal fundido por la llama de un soplete y le colocaban la tapa que había sido elaborada de una forma similar al cuerpo, y para lo que previamente habían fabricado a mano la charnela que los une.
Las bandejas se martillaban a mano sobre un yunqueLas bandejas se martillaban a mano sobre un yunque. Foto cedida por la Diputación Foral de Gipuzkoa. Patrimonio.
Una vez que la pieza ya tenía su forma definitiva pasaba a los “pulidores”, artesanos que con una simple pulidora y manejándola con sus manos, le sacaban el brillo deseado en toda su superficie.
En el caso de que el material utilizado hubiera sido alpaca o latón se le daba, previamente al pulido, un baño de plata que cubría la pieza totalmente.
Plateros-orfebresPlateros-orfebres del último tercio del siglo XVIII según L'Enciclopedie. Diderot y D'Alembert. El de la izquierda da forma a una bandeja.
sacador a fuegoUna vez elaboradas las distintas partes que componían una pieza, el "sacador a fuego", las unía por soldadura, tal y como vemos hacer en este candelabro. Foto cedida por la Diputación Foral de Gipuzkoa. Patrimonio.
grabado con las iniciales del clienteCuando las piezas de menaje quedaban terminadas era frecuente que se grabaran con las iniciales del cliente, lo que vemos hacer en esta imagen utilizando la técnica de grabajo al aire. Esta labor precisa de un perfecto dominio del buril, pues no es admisible el menor error sobre una pieza de platería. Foto cedida por la Diputación Foral de Gipuzkoa. Patrimonio.





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